miércoles, 12 de diciembre de 2007

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Sin tiempo. Por suerte mi ojo sigue vigilante...
¿Una metáfora, o una historia similar a 1894?

sábado, 8 de diciembre de 2007

Escribir

Escribir no es plasmar un papel tus sentimientos. Tampoco lo es escupir -literalmente- tus palabras en un archivo de Word, esperando que algún día aquello valga para algo.
Escribir es la vida.
Hoy he leído un artículo sobre Stephen King, que asegura que escribir -mejor dicho, ser escritor- es como tener un cuchillo clavado en el cerebro. Y que el cuchillo ha estado ahí desde el principio, porque viene de fábrica. Lo primero que hace es provocarte, te obliga a abrir un libro, cualquier libro.
Me ha parecido una metáfora muy interesante, ya que el escribir y el leer te provoca de igual manera. Un día te puedes dar cuenta de que tenías un cuchillo clavado desde hace mucho tiempo y escribes, como un loco, por conseguir ese "algo" para mantener de alguna forma u otra la chispa de inspiración y lucidez que te aporta el cuchillo.
Y siguiendo con el ejemplo de Stephen King...leí como comenzó a ser conocido como el famoso novelista de género de terror y suspense que es hoy en día. Se inició como cualquier persona en la vida, pero dandose cuenta de que había algo -sí, el cuchillo- por lo que inició su labor de escritor por el momento desconocido con la cabeza llena de ideas para novelas de ficción pero sin ninguna novela publicada, y que ahora, en la actualidad, tiene más de cincuenta novelas publicadas y solo ha perdurado en sí una idea sobre la ficción "un seminario de literatura imartido por uno mismo probablemente duraría unos quince minutos".
Sí, sin duda hoy es el día de las metáforas de King, pero ¿acaso no tiene razón? ¿acaso todos no tenemos miles de ideas y planes (quizá para escribir o simplemente en la vida) y cuando quizá los cumplimos en cierto modo la ensencia de la idea se ha esfumado?
Es lo que siento yo. Tengo miles de ideas y de proyectos, tanto mirando hacia mi propia vida como a lo que escribo. E incluso hay veces que ambas no tienen distinción ninguna ya que se mezclan.
¿Acaso escribir ya no es la vida?

lunes, 3 de diciembre de 2007

Caminando en círculos III

Hay días que son malos simplemente porque sí.
Nada más pisar la calle empiezan las malas noticias. Empezando porque es Lunes.
¿Y qué pasa con ésa serie de emociones te amargan y te tienen con ganas de mandarlo todo a donde tú ya sabes?
Los suspensos crecen, en la vida académica, pero también en la vida.
Todo va mal, tienes estrés. Luchas por las cosas, y te esfuerzas, porque te interesa. Pero cuando llega la hora de la verdad...nada.
Cuando tan solo faltan horas para tu quince cumpleaños tienes ganas de escapar, para no escuchar más "felicidades" adelantadas. Porque odias los cumpleaños. Odias que la gente solo te quiera cuando cumples años, ya que al día siguiente no existes para NADIE.
Quieres huír, ponerte enfermo para que nadie te diga ni un solo felicidades, porque sabes que no lo sienten, porque simplemente te lo dicen por amargarte y recordarte que tienes quince años y dentro de poco tendrás aún más. Solo por eso.
Tienes buenos propósitos en todo. Y cuando solo pides ser un poco feliz eres muy pero que muy infeliz.
Suspendes. Te amargan en todo momento.
¿Qué quieres?
No puedes parar ni un segundo, porque a cada día la presión aumenta. Te sientes más amargado. Cada vez tienes más ganas de llorar y gritar cuando llegas a tu casa, donde por fin encuentras aunque sean unos minutos para estar a solas con tus pensamientos incoherentes.
Escribes, escribes, escribes. Mejoras con el tiempo, incluso con los segundos. Solo en eso.
Pero nadie se da cuenta, qué importa que sepas hacer UNA cosa bien...ya nada importa. Porque no eres nada.
Y que un portátil y un cable que te conecta con el mundo sea la única vía de escape lo empeora aún más.
Día negro. Solo camino en círculos una y otra vez. Siempre una misma historia.
Ya nada vale.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Caminando en círculos II

Crees que te conoces, pero en realidad no es así.
¿Debilidad social? Tal vez. El caso acaba en que no puedes hablar con nadie, sin que algo lo impida, sin que un pequeño detalle haga aparecer esos silencios tan incómodos, o alguien tenga tanta prisa que no quiera ni escucharte.
Escuchar. A veces se echa de menos el que alguien te escuche.
¿Desde hace cuánto no me escuchan a mí?
Me gustaría poder llamar a alguien por teléfono y decirle un simple "qué tal", y luego quedar para tomar un café. Un simple café ¿tanto cuesta? Y no hablar de amores platónicos, ni de ropa, nisiquiera del tiempo que hace ni de demás temas banales, sino de ALGO. ¿Tanto cuesta hablar de ALGO?
Un tema sustancial, coherente, interesante. Algo que te llene mientras conversas y das otro sorbo más al café...

Crees que te conoces cuando estás todo el día "conectado a tí mismo", piensas, te miras en el espejo, pero luego ves una realidad totalmente diferente, ves a un verdadero desconocido, alguien que no sabe qué decir ni qué hacer. Alguien diferente, quizá.

Haces caso a la sociedad, emulas ser feliz, y hablas con todo el mundo. Nada sirve. En éste mundo o eres "guay" o eres un pardillo.
Pardillo.
Y si no eres "guay" no eres nada. Ni tu -poca o mucha- capacidad mental te servirá, y nisiquiera Harry Potter tendrá un embrujo para deshacer este embrollo pseudopsicológico. No tendrás trabajo porque eres tímido, no tendrás amigos porque eres un "pardillo", no tendrás pareja (¿) porque eres invisible.

Un día miras una fotografía y ves que no eres nadie.
¿Nadie? Sí, nadie.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Caminando en círculos.

Hoy estoy...no sé.
Hoy es uno de esos días en los que te dicen cualquier cosa, lees cualquier cosa, o ves cualquier fotografía en cualquier lugar de internet y sientes un vacío en tu interior, sin causa alguna. Es como si te hubieran arrancado una mano, pese a tener que vivir todos los días una misma rutina que no tiene por qué afectarte ya que estás acostumbrado...Sí, definitivamente es extraño, muy extraño.
Es una sensación extraña, ya que necesitas escuchar unas canciones determinadas y evitar otras en concreto, quieres olvidar todo lo que te rodea, ya que todo lo que te rodea se olvida siempre de tí. Probablemente sea eso, el olvido. El olvido ¿de qué? De la infancia, de las muchas personas que te ignoran, de tu vida monótona, de la falta de evolución como persona..., y sobre todo, olvidar que la única escapatoria de todo ese caos sea un portátil y un blog donde escribir.
A veces pienso ¿para qué sirve todo esto? La vida...¿para qué? cuando eres joven y "tienes toda la vida por delante" trabajas como un loco (bueno, en casos puntuales, ya que hay gente que no se esfuerza en nada) por tener unos estudios, quizá por saber idiomas, tener cultura...para luego, cuando acabes la carrera te pongas a trabajar hasta el resto de tus días. En cambio siempre hay otras ocasiones en que crees que vale para algo, para hacer amistades, para realizarse como persona, o simplemente por vivir.
También hay ocasiones en las que te da por pensar '¿por qué soy así?', me pregunto que hubiera sido mi vida si yo fuera una de esas adolescentes que se emborrachan los sábados, o que tienen miles de novios, o que simplemente tienen amigos que "se acuerdan de ellos" ¿sería diferente? ¿acaso sentiría ésta sensación de vacío? Me pregunto qué será de mí dentro de diez años, con mi forma de ser, con éste vacío...¿qué habré estudiado? ¿viviré en el mismo lugar que ahora? ¿habré conseguido las pocas metas que me he marcado? Quizá todas estas preguntas ya tengan una respuesta aunque no sea la que yo espero y quiero.
A veces ni incluso unos meses de diferencia marcan un destino concreto.
Tiempo, vacío, preguntas...
Al final todo se resuelve. Quizá sea el mismo problema de siempre: te has olvidado del mundo a la vez que el mundo se olvida siempre de tí. Siempre.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Sentía el corazón acelerado, acelerado por todo, en todo momento. Menos cuando dormía, que no era que no necesitara bombear la sangre tan deprisa, sino que daba la sensación de que estaba a punto de pararsele definitivamente. Por el día todo cambiaba, y aunque ella estuviera tranquila, su corazón se aceleraba. Siempre igual. Sin motivos.
Cuando el frío hacía acto de presencia en las calles solitarias de su ciudad le gustaba caminar, al rápido ritmo de su corazón, siempre acelerado, para no resfriarse, o quizá desentrañar el sentido de ése rápido palpitar en su pecho.
En las mismas calles buscaba respuestas a sus dudas, en las miradas de los demás, en los lugares, en las escenas que presenciaba. Buscando algo. Algo que la salvara de aquella duda que atenazaba su corazón acelerado. Buscando un simple por qué.
En su cabeza resonaban canciones y letras. Poemas. Libros. Historias imposibles y sin sentido. Pero aquello no era el mundo real. Necesitaba bajar y posar sus pies en el suelo. Pegarlos al suelo con pegamento si era necesario. La vida no era un sueño ni mucho menos.
Le gustaba soñar, y olvidar su vida acelerada.
Olvidar todo y huír.
Lejos. Donde ni su corazón podría acelerarse por una vida demasiado fácil y a la vez compleja. Donde todo valiera. Donde no hubiera gente interpuesta en su camino, en sus sueños, ni en sus pensamientos.
Pero aquello tampoco era la respuesta que buscaba. Respuestas, respuestas...siempre respuestas ¿Por qué no podían existir las preguntas sin respuesta?
¿Por qué tenían que existir las preguntas?
¿Por qué su corazón se aceleraba sin razón?

sábado, 10 de noviembre de 2007

La habitación estaba a oscuras, apenas la tenue luz de la luna se filtraba por el gran ventanal, sólo a intervalos ya que era tapada por las nubes.
Todo permanecía en silencio, un silencio asfixiante, pero a la vez tranquilo, llevándose las preocupaciones, llevándose todo pensamiento a un lugar lejano.
Ella caminó hacia la ventana, que daba directamente a un campo, a un campo verde, y ahora gris. Apoyó las manos en el frío cristal para ver si podía devolverle la cordura, para ver si podía despertar de ese sopor incesante, del sopor de su vida.
Tan solo se escuchaba el ruido de las manecillas del reloj, que tanto controlaban su tiempo.
Tan solo podía sentir su corazón, acelerado sin motivo alguno, acelerado por todo.
Tan solo veía el campo inerte, sin ningún movimiento a parte del de las hojas de los árboles, movidas por el viento. Y arriba, en el cielo una gran luna, esperando ser observada por millones de miradas soñadoras, como la suya.
El tiempo pareció pararse en el mismo momento en el que sintió dos brazos rodeando su cintura con delicadeza, y con calor. No se movió, le gustaba esa sensación.
¿Quién era? Ni siquiera lo sabía.
Solo sabía que unos labios, también cálidos, se posaron en su cuello, haciendo que sus piernas temblaran. Solo sabía que su mano extendida fue acariciada por otra mano, con la misma calidez que había sentido antes.
No pudo soportarlo más. Y se dio la vuelta, allí estaba él.
Él, un desconocido. Pero sabía que era él.
Pero algo iba mal, su rostro no era claro, su rostro no estaba delimitado por nada, su rostro era un borrón. No pudo ver sus ojos, probablemente azules, con un destello de alegría. No pudo ver nada.
Solo un borrón.
Tampoco dijo nada. Tampoco reconoció que él era un borrón inexistente.
Solo sintió sus labios sobre los suyos, acariciándolos, con su calor y ternura. Con su boca, en realidad ausente e invisible. Dolorosamente ausente e invisible.
Cuando se separaron sintió que una parte de ella también se separaba de sí misma. Que se convertía en dos mitades.
Y le abrazó, sabiendo que el momento se acababa, sabiendo que ésta vez la luna se dejaría tapar por nubes negras. Sabiendo que esta vez no volvería a tocar sus labios ni a sentir su calor.

Despertó, con el amargo sabor en su boca de una despedida nunca producida. Despertó en su cuarto, con ese silencio asfixiante carente de tranquilidad. Despertó sola, sobre su cama, con todas las mantas tiradas en el suelo.
Suspiró y fue hacia la ventana, que ésta vez daba a una urbe, alejada del campo gris. Alejada de ésa luna que sería contemplada por ojos soñadores, que sería testigo de tantas cosas...
No esperó un cálido abrazo, de nadie. No esperó un beso. No esperó ni siquiera al mismo silencio. Sólo quería contemplar aquellos ojos, inexistentes. Aquel rostro nunca visto.
De repente se dio cuenta de que estaba tiritando. Ese frío no era real, era producto de su imaginación. Era producto de la falta de un abrazo. De su abrazo.

sábado, 3 de noviembre de 2007

OTRO PENSAMIENTO.

Día gris. Por una vez es odiablemente melancólico.

Un motor ruge sin reparo, chirría, frena, y luego sigue. Recorre una carretera que parece infinita.

Un cristal me separa del mundo exterior, del aire puro.

Dentro, únicamente se escuchan unas cuántas voces, voces de personas, con sus vidas y sus planes. Sus vidas felices y sin problemas aparentes.

El cristal mostraba sólo una parte de mi realidad, como si me encontrara como una espectadora en una obra de teatro, a la espera que sucediera algo...

Vagos y tristes pensamientos se colaron de repente en mi mente, haciendome sentir pequeña por unos instantes, tan pequeña que alguien me aplastaría al sentarse en mi asiento.

Sueños casi imposibles me parecieron esta vez inalcanzables.

El mundo pareció abrirse una vez más a mis pies, dejando que una enorme brecha, del tamaño del universo estuviera a punto de tragarme.

Pero no, en realidad todo esto sucedía en mi mente, en mi excéntrica y loca mente. En realidad mi rostro se había tornado a más pálido, si es que eso era posible. Y mi boca se torcía en un rictus raro, contrayendo los labios, conteniendo unas lágrimas rebeldes que pugnaban por salir desde hacía ya mucho tiempo.

Sin más, otro viaje en bus, transcurre con monótona contrariedad...



Y ahora, el MEME Maniático (yo soy maníatica al no querer hacer dos post >_< )

1. Siempre escribo sobre algo que me preocupa, sobre cosas que me han ocurrido, sobre sueños, sobre esperanzas, o sobre amores imposibles (y eso que odio ese tema con todas mis fuerzas, pero me sale solo, quizá porque es demasiado fácil escribir sobre eso ¬¬ jajaja...)

2. Pocas veces soy positiva en mis textos, parece que la realidad arrastra también a la "pseudoliteratura"...

3. Al igual que Alberto, nunca pienso mis relatos del blog antes de ponerlas, quiero escribir y punto. Y así igual con todo, con el blog del Qué!, con mi Fotolog...es imposible de preveer lo que escribiré. Excepto si es mi "pseudonovela" :)

4. En cualquier cosa que escriba me tengo que inspirar en mí misma, y no es egocentrísmo, sino que me es totalmente imposible escribir algo, o crear personajes que no se parezcan a mí, o que no actúen como personas a las que conozco o a las que he visto en películas o en tv. Todo lo saco de mi vida.

5. Cuando estoy en proceso de actualizar el blog, y aunque tenga muchas ganas de escribir algo y lo esté haciendo, si después de leerlo como unas cinco veces, no me gusta, lo hago desaparecer de mi vista y no lo cuelgo jajaja...

jueves, 1 de noviembre de 2007

Ese olor entremezclado de la lluvia, olor a ciudad, olor a frío.
Con callejuelas estrechas esperando ser admiradas.
Edificios modernos, alzados como gigantes de hielo en un mundo de fuego.
Y en medio de todo ese pandemónium de elementos, había dos personas.
Con en sabor de sus besos. Con la caricia de sus manos.
¿Sería eso, algo posible de describir?
En medio del gentío, en medio del mundo entero.
En una ciudad cualquiera.
Sin prisas, dejando que sus besos dejaran que el tiempo fuera sólo tiempo. Dejando que los hilos de sus pensamientos fueran a parar al otro. Dejando que nada les importe, porque sólo son ellos los que importan.

sábado, 27 de octubre de 2007

Una historia diferente.

Hacía frío, tenía ganas de llegar a mi casa y ver a mi familia, encender la televisión y la estufa. Cenar y dormir.
Aún quedaban diez minutos para todo eso.
Llegué a un paso de cebra, estaba en rojo, miré a la derecha y no venía ningún coche, miré a la izquierda y tampoco.
Decidí curzar y cuando iba por la mitad sentí un fuerte golpe en mi cadera. Durante un segundo todo pareció no existir, sentí un fortísimo golpe en mi cabeza, la cadera ya no la sentía apenas ¿Qué había pasado? ¿Me había atropellado un coche? Era imposible. Y aún así era lo que había pasado. Fui despedida unos metros más adelante, con la pierna sobre la acera, con el resto del cuerpo en la carretera. Me sentí muy débil. No pasaron ni diez segundos antes de oír a gente gritando y corriendo hacia mí.
Unos daban por hecho que yo ya estaba muerta, otros llamaban a la policía y al SAMU. Tenía los ojos entreabiertos y vi varias caras, todas desconocidas.
Me dolía la cabeza.
Un hombre a unos metros de mí gritaba continuamente que era una irresponsable.
Del resto, sólo sentía sus ojos clavados en mi cuerpo inmóvil. No tenía fuerza ni para hablar ni para incorporarme.
Se oyó un grito a lo lejos. Era mi nieto.
Mi nieto llegó hacia a mí, vi su rostro, estaba llorando. Me intentó coger, pero se lo llevaron; hubiera querido abrazarle y decirle que no estuviera triste, pero no podía.
Se escuchó una sirena. Segundos después un policía ponía gasas sobre mi cabeza. Mandaron alejarse a las personas que observaban desde la acera ¿Cuánta gente habría ya?
Se escuchó otra sirena, y antes de que pudiera darme cuenta cinco rostros aparecieron en mi campo de visión, y empezaron a trabajar. Sentí una especie de sopor que me obligaba a cerrar los ojos, pero no quería dormirme.
Escuché un grito a lo lejos, era mi hija, no dejaba de repetir "mamá, mamá", me sentí mal por ella, no quería hacerla sufrir. Lentamente sus gritos fueron desapareciendo hasta extinguirse por completo.
Me costaba respirar, y mucho. Algo me tapó la boca. Sentí los pitidos de una máquina no muy lejos de mí. Esas cinco personas estaban completamente entregadas a su labor, no hablaban, simplemente trabajaban.
Sentí un sopor mucho mayor, me dolía la cabeza, y ya no sentía la cadera. Lentamente las nubes blancas del cielo perdieron incluso ese color, lentamente los sonidos fueron disipandose hasta convertirse en un silencio total. Lentamente dejé de ver esos cinco rostros que luchaban por mi vida.
Lentamente todo acabó.