lunes, 3 de diciembre de 2007

Caminando en círculos III

Hay días que son malos simplemente porque sí.
Nada más pisar la calle empiezan las malas noticias. Empezando porque es Lunes.
¿Y qué pasa con ésa serie de emociones te amargan y te tienen con ganas de mandarlo todo a donde tú ya sabes?
Los suspensos crecen, en la vida académica, pero también en la vida.
Todo va mal, tienes estrés. Luchas por las cosas, y te esfuerzas, porque te interesa. Pero cuando llega la hora de la verdad...nada.
Cuando tan solo faltan horas para tu quince cumpleaños tienes ganas de escapar, para no escuchar más "felicidades" adelantadas. Porque odias los cumpleaños. Odias que la gente solo te quiera cuando cumples años, ya que al día siguiente no existes para NADIE.
Quieres huír, ponerte enfermo para que nadie te diga ni un solo felicidades, porque sabes que no lo sienten, porque simplemente te lo dicen por amargarte y recordarte que tienes quince años y dentro de poco tendrás aún más. Solo por eso.
Tienes buenos propósitos en todo. Y cuando solo pides ser un poco feliz eres muy pero que muy infeliz.
Suspendes. Te amargan en todo momento.
¿Qué quieres?
No puedes parar ni un segundo, porque a cada día la presión aumenta. Te sientes más amargado. Cada vez tienes más ganas de llorar y gritar cuando llegas a tu casa, donde por fin encuentras aunque sean unos minutos para estar a solas con tus pensamientos incoherentes.
Escribes, escribes, escribes. Mejoras con el tiempo, incluso con los segundos. Solo en eso.
Pero nadie se da cuenta, qué importa que sepas hacer UNA cosa bien...ya nada importa. Porque no eres nada.
Y que un portátil y un cable que te conecta con el mundo sea la única vía de escape lo empeora aún más.
Día negro. Solo camino en círculos una y otra vez. Siempre una misma historia.
Ya nada vale.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A medida que te voy leyendo más, me voy dando cuenta de lo mucho que nos parecemos. Todo lo que dices lo he sentido o lo siento (o lo sentiré el lunes). No me gustan los cumpleaños a mí tampoco, no me gusta ser el centro de atención, sobre todo por algo por lo que no he hecho méritos, suena absurdo, pero yo lo soy bastante. Escribe, escribe, escribe. Nunca dejes de escribir. Es la mejor terapia. Mi único consuelo es pensar que la felicidad existe porque existe la tristeza, ¿no crees? Un abrazo fuerte.

PD: Felicidades atrasadas, jajaja.